El Capitán de Navío Oscar Retamoso es Jefe de Tracción Terrestre en la Jefatura de Material Naval en Buenos Aires. Hoy, con más de 30 años de servicio, comparte su historia de vida.
Buenos Aires – Desde su infancia, Oscar Retamoso se sintió atraído por la idea de conocer nuevos lugares y ampliar su horizonte cultural. La Escuela Naval Militar (ESNM) se convirtió así en una gran oportunidad para educarse y servir a la Patria desde el mar.
A pesar de los desafíos y las dificultades, este oficial de la Armada Argentina
perseveró y encontró en la Institución una forma de vida que lo ha llevado a crecer
personal y profesionalmente. De su experiencia, desea transmitir a los jóvenes un mensaje de valentía, el de seguir los sueños, aunque parezcan difíciles e imposibles.
Oscar Retamoso es oriundo de Jujuy, nació y creció en el barrio Parapetí de la localidad de La Esperanza en el Departamento de San Pedro. Visto desde arriba en un mapa, Parapetí parece una isla rodeada por cañaverales; se encuentra
ubicado a dos kilómetros al este de San Pedro y uno, al sur de La Esperanza. El Ingenio La Esperanza construyó este tipo de barrios en varios lotes pequeños, nació como un asentamiento de casas rancho que fueron reemplazadas por casas de madera y sus habitantes se dedicaron a la agricultura desde entonces.
Por esas calles de tierra, Oscar Retamoso jugaba a la pelota y lo único que conocía era la agricultura, la cosecha y la caña de azúcar. Sus estudios primarios los cursó en la Escuela Zafra 125 en Lote El Puesto y la secundaria, en la Escuela Nacional Técnica N° 1 de San Pedro. Los dos últimos años los finalizó en la Escuela “Provincia de Misiones” en La Esperanza.
Dos maestras de primaria, Amelia Romero y Nelly Blanco, le hablaron sobre el ingreso a la Escuela Técnica que consideró interesante, porque incluía los oficios de maestro mayor de obra y técnico mecánico. “Quería ser técnico pero en tercer
año, por razones personales, tuve que finalizar el secundario con una orientación en bachillerato, más cerca de casa”, cuenta.
Una vez finalizado el secundario, comenzó a evaluar opciones para su futuro. Un conocido suyo, había averiguado sobre el ingreso a la ESNM y le interesó. Nunca antes había conocido el mar y la idea de incorporarse le resultó fascinante y prometedora.
Tenía una gran expectativa. Su familia no contaba con los recursos para financiar una carrera universitaria lejos del hogar y la Armada era una Institución de prestigio. “Sabía desde chiquito que no deseaba ser agricultor; mi padre lo fue toda su vida y le daba una mano en las tareas de campo. Yo quería viajar y esa curiosidad me llevó a considerar algo distinto”, expresa.
De niño, Oscar solo había realizado tres viajes –dos a Salta, por una feria tecnológica y otro, por motivos comerciales; y antes de egresar del secundario, un viaje al embalse de Río Tercero en Córdoba—aunque fueron motor inspirador para querer seguir viajando.
Dentro de la ESNM se enfrentó a un entorno totalmente diferente al que conocía en Jujuy y se dio cuenta de que no solamente se trataba de viajar y conocer lugares, había pruebas que superar.
“El punto de quiebre al tomar la decisión de quedarme en la escuela, fue darme cuenta que me enfrentaba a conocerme a mí mismo. No sabía hasta dónde iba a tener la fuerza de voluntad suficiente para sobrellevar el desarraigo y una forma de vida tan distinta”, rememora. Fue entonces que comenzó a ponerse objetivos a corto plazo y seguir adelante.
Recuerda también que cuando les dieron un par de días libres por la Semana Santa cursando el primer año en la ESNM, decidió viajar a Jujuy y ver a sus padres Teodora y Eudal. Aquella visita fue suficiente para motivarlo a continuar en la carrera.
Sus hermanos Rubén, Adrián, Virginia y Mónica también lo incentivaron a seguir, como así también el apoyo y la hospitalidad recibida de muchos de sus compañeros de la Escuela Naval que vivían en la capital y el Gran Buenos Aires, quienes nunca lo dejaron solo.
Otro pilar en su carrera fue su esposa Delia, a quien conoció cuando tenía apenas 8 años porque eran vecinos. Se casaron mientras él aún era un joven
Guardiamarina y tuvieron dos hijos, Micaela y Matías, quienes son ya jóvenes adultos. Hoy reconoce el sacrificio que Delia ha hecho con gran comprensión y paciencia, facilitando el desarrollo y disfrute de su carrera y ayudándole a compensar sus ausencias debido a la profesión.
El Capitán de Navío Retamoso cuenta que su objetivo en la escuela fue elegir el
entonces Escalafón Ejecutivo y luego, alcanzar la orientación en Máquinas, ya que
consideraba que ser Jefe de aquel Departamento era un paso esencial para avanzar en su carrera.
Ese camino –explica– implicaba hacer uso y mantenimiento de los sistemas de propulsión y auxiliares, lo cual le permitía conocer el potencial de los mecanismos y cómo exigirles según su diseño y construcción.
Así, relata que uno de los momentos más desafiantes y satisfactorios durante su tiempo a bordo fue en los destructores ARA "Heroína" y ARA "La Argentina". “El
desafío constante era garantizar que el buque pudiera zarpar en plena capacidad y regresar de la misma manera. Esto implicaba un trabajo continuo en la programación y mantenimiento de los mecanismos, para asegurar que éstos funcionaran adecuadamente y permitieran la correcta actividad de los propulsores”.
Actualmente, se encuentra destinado en Buenos Aires, en la Jefatura de Material Naval. Como Jefe de Tracción Terrestre, su cargo es gestionar el uso, conservación y mantenimiento de los vehículos de la Armada Argentina con dichas características; asegurándose de que cada tarea sea ejecutada con el máximo
profesionalismo.
El marino de Jujuy mira hacia atrás con satisfacción y por ello, desea dar a los jóvenes de su localidad el mensaje de seguir los sueños y que “en la Armada Argentina hay un mar de oportunidades”.
Lleva consigo un mensaje de valentía y autoconfianza. “La verdadera medida del éxito es la capacidad de probarse a uno mismo y alcanzar sus propios límites”, sostiene. Está convencido de que la trascendencia, no solo se encuentra en los cargos asumidos ni en los logros visibles, sino también en un legado de inspiración y coraje para los más jóvenes.