El sueño, el estrés y los estilos de vida activos han implicado reducciones o alteraciones en el descanso. La necesidad de dar mejor uso al tiempo disponible, robarle horas al sueño para destinarlo a las redes sociales, a trasnochar y a las plataformas de streaming, se ha convertido en epidemia. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 40% de la población duerme mal. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) consideran a esta disfunción un problema de salud pública.
En una entrevista exclusiva con Infobae, la especialista en el estudio del sueño, Soomi Lee, dio detalles sobre cómo la interacción entre el sueño y el estrés durante la edad adulta contribuyen en la salud cuando las personas se vuelven mayores. Además, señaló la importancia de los estilos de vida activos y el bienestar en la salud.
En ese sentido, aseguró que en su trabajo anterior analizó datos diarios de adultos de mediana edad que evidenciaron “que el conflicto entre el trabajo y la familia y los factores estresantes basados en el tiempo tienen una relación bidireccional con el sueño. Por ejemplo, más conflictos en un día predicen latencias de sueño más largas esa noche. En la dirección temporal opuesta, la menor duración del sueño y su menor calidad también predicen experimentar más conflictos entre el trabajo y la familia y factores estresantes basados en el tiempo al día siguiente. Además, cuando la falta de sueño se combina con un alto nivel de estrés diario, se asocia con más afecto negativo y menos afecto positivo durante el día”.
– ¿Cómo impacta la calidad del sueño durante la edad adulta en la vejez?
– Mi investigación ha encontrado que las características de sueño más deficientes durante la edad adulta media están asociadas con resultados adversos para la salud posterior, cuestiones que incluyen condiciones físicas más crónicas y un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Estos estudios utilizan evaluaciones del sueño subjetivas (autoinforme) y objetivas (actigrafía) para capturar las características del sueño en múltiples dimensiones (regularidad, satisfacción, estado de alerta, sincronización, eficiencia y duración) y para evaluar de manera integral el impacto del sueño en la salud.
Fuente: Infobae