En una entrevista brindada por Bernardo S. en el 2018 a infobae, habló sobre temáticas que afectan a los argentinos en el diario vivir y que hoy en casi post pandemia, siguen estando presentes. Stamateas propone reconocer y aceptar los miedos, enfrentarlos cada día y lanzarse a la búsqueda de la plenitud tanto en lo laboral como en lo personal, fortaleciendo la estima y la confianza en nosotros mismos con la elección de pensamientos orientados a la acción.
Cada vez más se consulta por estos temas en los que Bernardo fue uno de los precursores al tratarlos y se ve reflejado no solo en sus obras sino en sus talleres cada vez más concurridos. Lleva años recorriendo el país con un solo lema: transformar el “no me animo” en “yo puedo” para hacer realidad nuestros proyectos y sueños.
¿Qué sería ser ansioso?
-La ansiedad es una emoción que nos acelera. Nos lleva del punto A al punto B. Suponete que estamos tomando un café en Aeroparque, charlando cómodamente y nos olvidamos de embarcar, nos llaman y salimos corriendo al avión. Eso es la ansiedad del punto A al punto B. Pero una vez que te sentás en el avión dejás de correr, si dentro del avión seguís corriendo, eso es ansiedad patológica. Es una emoción que nos acelera y esa emoción es necesaria cuando hay que acelerarnos. El problema está cuando internamente vivimos corriendo.
¿Va acompañada del miedo?
-Sí. La diferencia con el miedo es que el miedo es específico. El miedo es: tengo miedo a la vejez, a la muerte, a un perro, tengo miedo social a ser rechazado. Mientras la ansiedad es una emoción general. Me preocupa algo y no sé bien qué. Estoy intranquilo, como que algo va a pasar. Básicamente yo definí la ansiedad como un choque entre dos relojes, o sea, el reloj externo y el reloj interno. El interno va más rápido que el externo. Entonces, a la persona la citan a las ocho de la mañana para una entrevista y se despierta a las cuatro. Lo que sucede en la ansiedad es que la persona se hace preguntas hipotéticas, ¿y si me enfermo? ¿y si pierdo el trabajo? ¿y si no tengo un hijo?
-Vivir de supuestos…
-Exactamente. Y a esos supuestos le agrega un pensamiento catastrófico. Seguro me va a ir mal, nadie me va a querer, me voy a morir. Ese pensamiento catastrófico potencia a la ansiedad. Es decir, diríamos de la ansiedad que es una pregunta hipotética con una respuesta catastrófica que a su vez realimenta una nueva pregunta, que a su vez realimenta una nueva respuesta. Y eso empieza afectar la salud. Puede hacer que la persona empiece a olvidarse cosas, a sentirse cansada, agotada, hasta puede llevar a un ataque de pánico.
-Hasta se podría hacer realidad, ¿no?
-Sí. La profecía autocumplida. Efectivamente. Si a vos te dicen ‘mirá, te leí en la mano que a vos a los 40 años te puede pasar no sé cuánto’, y vos te sugestionás, ese día saliste y te acordaste de esa profecía, te agarra ansiedad y te lleva a la hipervigilancia y te pisa un camión. Vos decís se cumplió, bueno, las palabras tienen poder.
-¿Por qué la ansiedad es el mayor problema de los argentinos?
-Nosotros nos enfermamos por muchas causas y una de las causas es la cultura. La cultura es generadora de determinadas enfermedades cíclicas. Por ejemplo, ataque de pánico en los pueblos no hay, es un problema de las grandes ciudades. Antes el estrés no era un gran problema, hoy lo es. La cultura es un gran bazar de ideas de donde nosotros vamos tomando algunas. Es la construcción de determinadas enfermedades. Sumémosle a eso los problemas de familia, la dificultad de tolerancia, la necesidad de tener todo ya, de olvidarnos de los procesos. Un adolescente dice ‘quiero lograr esto’, quiere el suceso pero no ve el proceso, que para llegar a que suceda tiene que haber un desarrollo antes.
-¿Eso lleva a menos tolerancia a la frustración?
-Exactamente. Entonces la persona no soporta el no. Ve el obstáculo como una señal de abandono. Fui a estudiar, cursé una materia, me fue mal, yo dejo, no es para mí. El otro día me decía una mamá: a mi hija le fue mal en la facultad y dejó la materia. Le digo: que apruebe y que después abandone. Hay que irse en el éxito. En el éxito no se va nadie.
-Es difícil…
-Es más difícil pero no hay que irse en la derrota. La frustración no es mala, tiene mal marketing. La frustración es buena porque nos da piel de rinoceronte y nos genera pensamiento creativo. Cuando vos tenés un hijo y está aburrido, no le des el celular, el ipad, ¿qué puede hacer para entretenerse, para divertirse? La frustración tiene que ser una fuente de pensamiento creativo.
-¿Cómo se hace para no caer en pensamientos negativos?
-Pararnos en nuestras fortalezas. Pensar en el currículum de batallas ganadas. ¿En qué cosas yo soy bueno? Yo le digo a la gente que no tiene trabajo: ‘ya tenés trabajo, tu trabajo es buscar trabajo’. Lo segundo es: cuando vayas a responder preguntas, no vayas a responder preguntas, andá a vender tus fortalezas y mostrá cómo lo que sabes hacer va ayudar a la empresa. Parate en las fortalezas porque autoestima no es yo puedo, yo valgo, yo sé. Autoestima es sé qué puedo y qué no puedo. Sé qué me sale bien y qué me sale mal. Y como me veo en totalidad, sobre lo que no sé puedo pedir ayuda, puedo decir: ‘no sé, ayúdame’. Entonces, gestiono mis debilidades y mis fortalezas. Lo que tenemos que hacer es pararnos siempre en las fortalezas.