Sin dudas fue uno de los músicos argentinos, que más impacto tuvo en la industria musical Argentina y fuera de ella. Pero fué más que eso. Fué alguien que marcó su generación y las posteriores. Revolucionó el género musical dentro de las congregaciones cristianas, dejando el camino listo para las próximas generaciones musicales. Cumplió su propósito. Lo hizo. El viaje se terminó en la tierra. Pero continúa el del cielo. Hasta siempre.
Uno de los posteos, más fuertes fue el del influencer y artísta Dante Gebel, quien dijo:
IN MEMORIAM ¡SE ME ESTRUJA EL ALMA!
ADIOS; MI VIEJO AMIGO ULISES
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“Yo se donde voy. Y si me dan a elegir, yo no me quedo, me voy.
Sentir que estás dormido cuando hay que despertar.
Tus manos el abrigo, luz en tanta oscuridad.
Como un extranjero yo me vine a sentir.
Saber lo que quiero. No me quedo, me voy”
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Mi viejo camarada, recién te me fuiste y ya te estoy extrañando mucho. Tengo un nudo en el estómago, que estoy consciente que tardará mucho en irse.
Lo único que me produce una profunda paz, es que hace apenas unos días, tu último viaje fue a Los Angeles, solo para vernos y pasar unos días juntos. Guitarreamos, nos abrazamos mucho, comimos unos regios asados al carbón, recordamos viejas giras, tomamos unos Malbec extraordinarios, nos reímos, cantamos, hicimos algunos planes, y las madrugadas nos sorprendieron con un rico vino reserva y alguna que otra picadita.
Ahora se que Dios te trajo hasta esta parte del mundo, para sanarte el alma, para quitarte las toneladas de culpa que te arrojaron los religiosos de siempre, para sacarte el lastre de los que te “profetizaron” maldición, solo porque no estaban dispuestos a prodigar la misma gracia y misericordia que ellos mismos necesitan a diario.Y también, estoy consciente que Dios te sanó del dolor de saber que muchos que alguna vez te invitaron a sus eventos y se valieron de tu nombre para convocar gente, ya no te atendían el teléfono para “no quedar pegados” (que seguramente son los que ahora se llenarán la boca publicando en sus redes, que fuiste un gran amigo). Así es, mi amigo; viniste hasta aquí, para luego poder irte liviano al hogar.
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Fuiste y serás el último Rock Star de un ambiente que no tolera demasiado a los que sobresalen entre las ovejas clonadas, un pionero que se atrevió a cruzar el puente entre la religión organizada y el público real, el que llevó el mensaje más allá de las barrocas paredes evangélicas, el flaco que siempre admiré (y me alegra habértelo dicho mucho), el que siempre venía a tocar en los Superclásicos, el loco de remate (“Ya cucú”) que nunca encajó en el establishment, el líder de la banda cristiana mas famosa al que le pedían “una foto para mi hijo que te admira”, pero no lo invitaban a sus cenas elegantes y que si te necesitaban, te pagaban un “boleto turista”, porque a pesar que les llenabas los eventos y los estadios, siempre eras “el pibe de San Nicolás” y tenías que juntar unos pesos entre los de la banda, para pagar la camioneta y el hospedaje.
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¿Sabes? Nos quedó pendiente la sorpresa de volver a juntar la banda original para tocar en el próximo Superclásico; era una idea buenísima y ya teníamos todo listo.
Apagar las luces del Monumental y sin que nadie te presente, que ese escuchara tu voz aguda: “¿La monada quiere más?”, ¡uf! iban a delirar, flaco, te lo aseguro. ¡Y los que te cerraron las puertas, se iban a querer morir de un infarto!
Pero bueno, ya nos vamos a juntar del otro lado del sol; si es que en el cielo hay asados y buenos vinos, vamos a organizar una buena guitarreada celestial, y en una de esas, se nos une el rey David.
Hasta luego, Ulises. Van a pasar muchos años, para que logre olvidarme de alguna de tus canciones.
Se que ya no sufres, pero…¡Pucha que me duele!
“No digas a Dios, no more, no more. No bajes la voz, no more, no more. La noche que por fin terminó, la muerte que la vida me da, la cruz que se llevó mi dolor, me dio la libertad” (In Memoriam)