Por Irene Ballatore:
A poco de la Semana Santa de 1593, el militar vasco Francisco de Argañarás y Murguía fundó San Salvador de Velasco en el Valle de Xuxuy, tras dos intentos frustrados por la resistencia indígena.
La fundación de una ciudad-fuerte en Jujuy era un objetivo de las autoridades españolas para asegurar las comunicaciones entre la región del Tucumán y el Perú, entonces centro neurálgico de la Conquista. Sin embargo, la destrucción de las dos ciudades anteriores desanimaba nuevas empresas.
Recién dieciocho años después de la malograda San Francisco de Álava, apareció un interesado determinado a llevar a cabo el proyecto: Argañarás y Murguía se ofreció a realizar la fundación y encaró el emprendimiento contando con los recursos de la dote de su esposa Bernardina Mejías de Mirabal, santiagueña e hija de un conquistador.
No sin sortear las trabas que se le pusieron en Salta, el fundador inició la expedición al Valle de Jujuy, para lo cual convocó a “amigos y soldados”, con “grandísima costa y gasto de su hacienda, sin socorro ni favor alguno de la Real Hacienda”, según dice un testigo de los hechos.
Los fundadores arribaron a territorio jujeño con dieciocho carretas y “mucho ganado de vacas, bueyes, ovejas y cabras”, además de “muchos caballos cargados con matalotaje”, es decir, alimentos.
En el convoy venían también sacerdotes e indios yanaconas para el servicio de los conquistadores.
La elección del lugar se decidió luego de hacer un recorrido por el valle y teniendo en cuenta la presencia de dos ríos “donde se pueden sacar muchas acequias y hacer molinos”.
Una de las primeras acciones del conquistador fue hacer poner en la plaza una picota, símbolo de la justicia; y ordenar la traza de las calles, cuadras y solares. Frente a este lugar, dispuso se levantara el templo para el culto.
Argañarás creó el Cabildo de Jujuy y mandó a confeccionar el libro para asentar la información referida a la traza de la ciudad y al reparto de las mercedes entre los vecinos, designando a Rodrigo Pereyra como escribano.
También se hicieron obras para la defensa de la población y se construyeron corrales para el ganado.
La flamante ciudad, fundada el lunes siguiente a las Pascuas de 1593, fue puesta bajo la advocación del Santísimo Redentor, que es desde entonces su santo patrono.