En enero, comenzó a subir el precio de la carne y la tendencia sigue este mes. Desde el sector ganadero y de los matarifes explican a qué se debe el alza y estiman cómo pegará en el bolsillo del consumidor.
Un informe de la consultora Labour Capital and Growth (LCG) revela que el aumento de la carne comenzó a observarse en las góndolas en los últimos siete días de enero y empujó la inflación del mes (aunque el dato oficial se conocerá el martes 14 de febrero) a un valor cercano a 5,9%, mientras que, hasta la cuarta semana del mes pasado, estimaba ese índice en el 5,4%. Es por la fuerte incidencia que ese alimento tiene en la canasta. Sin embargo, esta tendencia alcista persiste en el inicio de febrero y, diferentes referentes del sector explican a qué se debe y cómo podría verse reflejada en el índice de precios (IPCE) de febrero.
Algunos especialistas, señalan que la suba responde a que “el precio de la carne y, sobre todo el del ganado, venía muy atrasado respecto de la inflación”. Explican que, cuando uno mira diciembre de 2021 versus igual mes del año anterior, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) corrió un 94,5% anual, mientras que la carne aumentó apenas un 42% en ese plazo y el ganado subió muy por debajo de ese nivel.
Sin embargo, tal como se está viendo, el consumidor los sufre y lo seguirá sintiendo en el bolsillo porque, por un lado, Tonelli marca que aún le quedan 20 puntos por recuperar a la cadena de la carne para alcanzar a la inflación. Y, por el otro, porque asegura que, “de la suba del 30% en el ganado, apenas alrededor del 20% se trasladó en promedio al consumidor”.
Claro que eso va a incidir en el IPC, que se va a acusar el impacto de la suba de la carne en el resultado de enero, sin dudas, y también, en el de febrero. Algunos anticipan que “lamentablemente, la carne va a ser un problema para la inflación en estos meses y, por ende, para el Gobierno”.