En la jornada del lunes 30 noviembre, estaba en una empresa de salud en Jujuy. Esperaba mi turno para solicitar una atención. Mientras esperaba, como otras personas, noté que llegó una señora de rostro preocupado y un poco alterada y se acercó al guardia. Yo miré lo que pasaba.
Ella le dijo al de seguridad que había sacado turno online (internet), pero que necesitaba una confirmación, ya que en otra ocasión, hizo lo mismo, y cuando vino, se dio con que ese especialista estaba de vacaciones. El de seguridad le dijo que fuera a preguntar a ventanilla para confirmar. Ella fue a la ventanilla y, luego de esperar unos minutos, la atendieron.
Rápidamente se fue a verlo, nuevamente al de seguridad y le consultó preocupada: “ahora me dicen que debo CONFIRMAR”. El de seguridad sólo atinó a decirle que CONFIRME. La señora, se sintio atascada y como que se sintió avergonzada de preguntar que era CONFIRMAR entonces, por que ella tenía una idea de confirmación que pareciese era distinta a lo que indicaban y caminó por un momento en el salón y no sé adónde se fué. Salí a buscarla para ayudarla pero no la encontré. Tal vez encontró lo que buscaba, o tal vez, se fue del lugar, cansada por la humillación de que alguien no le supiera explicar de manera más diferente, como debía proceder.
En la vida, pareciera que esta historia se repite en diferentes servicios. Mucha gente adulta, o cualquier vecino, no llega a comprender todo el manejo teconológico. Y ante la necesidad del servicio, lo toman. A veces se topan con personas que colaboran. Otras no tanto.
Ojalá esto mejore. No todos viven las ciudades actualizadas con estos servicios. En muchos lugares del interior de Jujuy, aún te recibe una persona, hay filas y es por orden de llegada. No todos están en las mismas condiciones.
Por Juan Ramón Quispe
