En el artículo escrito por Galo Dabouza, señala que los campos electromagnéticos CEM artificiales producen numerosos efectos patológicos en los seres humanos, especialmente en los afectados de electrohipersensibilidad EHS. Estos enfermos sufren una vida agónica, obligados a separarse de la civilización. Pero cada día que pasa su agonía es peor, al sumarse cada vez más fuentes de CEM.
Indica el autor: “Veíamos que sus síntomas son sospechosamente parecidos a los de la llamada “covid”, pero que remiten, al menos parcialmente, con tratamientos tan extraños como el dióxido de cloro (ClO2), caminar descalzos o bañarse, preferiblemente en la mar. Y esto se puede comprobar con un voltímetro, tomando en una mano cada polo, antes y después del “tratamiento”. Es decir, que para quien no se crea lo que no puede ver, el efecto se puede medir y ver.
Hasta hace poco, era relativamente frecuente que un enfermo de EHS viviese en una tienda de campaña, y gracias a ese sacrificio, salvaba la vida.
Hoy, desde que Elon Musk ha llenado el cielo de satélites, y las compañías han llenado de antenas 5G urbes y campiñas, ese esfuerzo es estéril.
Porque un EHS veterano distingue claramente un teléfono móvil, de una antena, un wi-fi y de un satélite. Y de las de éste último no tiene escapatoria en ningún punto del globo. Un enfermo de EHS que conozco, se enteró de que se había encendido el CERN en julio de este año, antes de que lo anunciaran los medios de desinformación. Lo notó en su propio cuerpo.
Ya vimos que Bartomeu Payeras y otros investigadores encontraron la correlación entre los CEM y la covid. Pero si alguien tiene dudas, que investigue cuál fue la primera ciudad de China que implantó la red 5G. ¿Le suena el nombre de Wuhan?
Y cuando alguien se entera de que San Marino fue la primera ciudad del mundo en implantar esta red, adivina con facilidad qué ciudad sufrió con más fuerza el ataque de la covid. Y sin embargo no lo dijeron los telediarios.
Esto explica el “efecto frontera” tan extraño que tuvo el “virus”. En lugares próximos unos a otros, en unos hubo muchos enfermos y muertos, y en otros casi nada. La respuesta son las antenas.
Para evitar la confusión de las cifras, y no caer en trampas fáciles, recordemos que a la “covid” se atribuyen 3 tipos de muertos diferentes: SIA, gripe común y pura iatrogenia genocida. Es decir, que en cualquier lugar, incluso sin antenas ni vacunas, puede aparecer algún muerto para etiquetarlo.
La “civilización” es, para los seres humanos que vivimos en ella, como hornos microondas, de los que estuvieron prohibidos en Rusia durante muchos años. Las bandas que utiliza el 5G se han utilizado como armas de guerra muchas veces, y hoy nos someten a todos, todo el día, a ellas. Muy aclaratorio el documental “Apocalipsis 5G, Evento extinción” para quien quiera conocer el mundo en el que nos hacen vivir. Ventajoso sustituto de una película o teleserie. (1)
Sin embargo tenemos el caso paradigmático de África. Allí hay muy pocas antenas, de la gripe casi no hay registros, y el sistema sanitario es tan ineficaz para curar como para asesinar. Resultado: la “covid” pasó de puntillas por África. Y eso que, si realmente se hubiese tratado de una enfermedad infecto-contagiosa, y dada la escasez de medidas higiénicas, lo normal es que se hubiese cebado cruelmente en esa población.
Y volviendo a la red 5G, utiliza varias bandas de frecuencias, todas mayores que las que utilizaban las redes 3G, 4G y 4G plus, por ello su carga energética es mayor, y son más dañinas para la salud. Pero nos podemos descargar más rápido el último capítulo de la teleserie.
Ya se advirtió en 2019 que la frecuencia de 24 Ghz que utilizan los satélites de telecomunicaciones 5G, interfieren con la que utilizan los satélites meteorológicos para estimular las moléculas de agua de las nubes para medirlas. (2) Es decir, es una frecuencia que se sabe que estimula las moléculas de agua como un microondas. ¿Y de qué estamos hechos los seres humanos en un 70%? ¡Qué casualidad! Pero el lector puede estar tranquilo. Los científicos de nómina afirman que no hay pruebas de que estas frecuencias sean perjudiciales para la salud.
Numerosos científicos ya han advertido de que alguna de las frecuencias utilizadas por la red 5G (recordemos que utiliza varias) se han utilizado en el pasado con éxito como armas psicotrónicas, capaces de producir daños neuronales y físicos e incluso la muerte, pero también sirven para inducir pensamientos y emociones a voluntad del emisor. (3, 4 y 5)
Fuente: eldiestro.es